martes, julio 05, 2011

Diario de un seductor

 "En noches oscuras, en alta mar, nada es más peligroso
 como la linterna suspendida de la nave,
 porque engaña más que la propia tiniebla" S.A K

Ella está sentada en el diván, junto a la mesa de té, yo estoy sentado al lado.
Su corazón palpita, pero sin pasión; su pecho se subleva, pero sin agitarse; de vez en cuando se le cambia el color, pero con matices muy tenues. ¿Es el amor?
Ella escucha y comprende, escucha la palabra del espíritu y la comprende como si fuera suya; escucha la voz del espíritu que encuentra eco en ella y comprende este eco como si fuera la misma voz que resuena por ella y por otro.

¿Qué tengo que hacer? 
¿Fascinarla? No, nada de eso, ni siquiera sería capaz.
¿Robarle el corazón? No, nada de eso.
 Prefiero que conserve su corazón.
¿Qué hacer, entonces?


Plasmar mi corazón igual al suyo. La alegría de un pintor es pintar a su amada, y la de un escultor, esculpirla. También lo quiero hacer yo. Ella no sabe que yo poseo esa imagen, y en esto está mi engaño.
La he conseguido misteriosamente, y en ese sentido le he robado el corazón. Dicen que así robó Rebeca el corazón de Labán, sustrayéndole los ídolos.


2 comentarios:

Meme dijo...

Hola, Elena, precioso texto.

Elena Bravo "Elena de San Telmo" dijo...

Llego tarde pero te saludo Meme, gracias y besos